martes, 28 de febrero de 2012

¡Nos comemos el mundo!


¿Cuánto dura nuestra felicidad si la dejamos en manos de lo material? ¿Vivimos para conseguir ser más o para tener cada día más? ¿Podríamos pasar del todo a la nada? Preguntas como estas se me pasan por la cabeza una vez vista la conferencia. Pongo el ejemplo de un niño pequeño; veamos, si en sus primeros años de edad lo acostumbramos a que todo lo que pida lo tenga, obviamente no se va a acostumbrar a tener poco, o vivir con lo que estrictamente necesita. Ahora nos pongo a nosotros, los “mayores, adultos o como queramos llamarnos”, vivimos en un mundo en el que lo tenemos todo para abastecer tanto lo que necesitamos como lo que no; y aun sabiendo que no precisamos de aquello que compramos, parece ser que por unos instantes nos hace ¿ser más felices? Yo diría más bien que nos hace olvidar nuestra infelicidad durante unos instantes hasta que se vuelve a la realidad. Por si fuera poco, vivimos con la incertidumbre de que todo lo que consumimos se acabará algún día quedándonos con la absoluta NADA, y mi pregunta es, estamos encantados de seguir creciendo pero cuando llegue el momento, ¿aguantaremos el decrecimiento masivo?.

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