¿Cuánto dura nuestra felicidad si la dejamos en
manos de lo material? ¿Vivimos para conseguir ser más o para tener cada día
más? ¿Podríamos pasar del todo a la nada? Preguntas como estas se me pasan por
la cabeza una vez vista la conferencia. Pongo el ejemplo de un niño pequeño;
veamos, si en sus primeros años de edad lo acostumbramos a que todo lo que pida
lo tenga, obviamente no se va a acostumbrar a tener poco, o vivir con lo que
estrictamente necesita. Ahora nos pongo a nosotros, los “mayores, adultos o como
queramos llamarnos”, vivimos en un mundo en el que lo tenemos todo para
abastecer tanto lo que necesitamos como lo que no; y aun sabiendo que no
precisamos de aquello que compramos, parece ser que por unos instantes nos hace
¿ser más felices? Yo diría más bien que nos hace olvidar nuestra infelicidad
durante unos instantes hasta que se vuelve a la realidad. Por si fuera poco,
vivimos con la incertidumbre de que todo lo que consumimos se acabará algún día
quedándonos con la absoluta NADA, y mi pregunta es, estamos encantados de
seguir creciendo pero cuando llegue el momento, ¿aguantaremos el decrecimiento
masivo?.
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